Casi 300 insectos se fríen a la hora en cada lámpara de vapor de mercurio de las que se usan normalmente en el alumbrado público; más de 700.000 durante ocho horas de actividad de 300 farolas; más de 400 gramos de biomasa, de proteínas que sustentan la cadena alimentaria. En Canarias se recogen durante el verano miles de pardelas (un ave marina) muertas, estrelladas, deslumbradas por los brillos urbanos. Las aves migratorias se desorientan por la contaminación lumínica. Y, en otros países, tortugas recién nacidas en la playa (su lugar de desove) siguen las luces artificiales en lugar de la luna, y en vez de en el agua terminan en una discoteca o aplastadas por los coches.
En verano aumenta la contaminación, sobre todo en zonas costeras. "Hay más actividad en la calle, se alarga la noche iluminada, y más en ferias y fiestas", asegura Javier Díaz, responsable de Protección del Cielo del Instituto Astrofísico de Canarias (www.iac.es).
Hace cuatro años, los responsables municipales del espacio natural L'Albufera de Valencia hicieron cuentas del alto precio que pagaba su fauna nocturna por la "excesiva" y "mal diseñada" iluminación artificial que rodea este espacio natural. Vieron cómo el búho chico, una especie amenazada, tenía graves problemas para cazar; y cómo las luces de las carreteras suponían una barrera que aislaba poblaciones de murciélagos.
Esta es la zona con mayor contaminación lumínica de España. "Casi 6.000 hectáreas del parque de L'Albufera pertenecen a Valencia, la tercera ciudad con un millón y medio de habitantes", explica Joan Domingo, coordinador de Ecolight (www.ecollum.org). Decidieron actuar: se han remodelado redes de farolas para que en cinco años "como máximo", todo el alumbrado del espacio natural sea no contaminante. Ya han disminuido los niveles lumínicos en un tercio de esas 6.000 hectáreas, han dejado de emitirse 31 toneladas anuales de CO2 a la atmósfera y el ahorro energético es del 34%.
La conciencia se ha extendido. En Murcia surge la campaña Cielo Oscuro (www.um.es). Los ayuntamientos de Guadalajara, Córdoba o Madrid sustituyen las típicas farolas chupa-chups, que lanzan luz hacia arriba en lugar de enfocar al suelo. La investigación sobre luz y biodiversidad también avanza en España. Cipriano Marín, coordinador de Starlight (www.starlight2007.net), una iniciativa internacional por el derecho universal al cielo nocturno, pone como ejemplo el Parque Nacional de Doñana y sus estudios sobre anfibios. Augura que los grupos de conservación de la biodiversidad de la noche (que ya existen en los estadounidenses y canadienses) pueden ser reales en España. Con todo, "vemos entre 5 y 100 cuerpos celestes menos que hace 20 años", lamenta. Con excepciones como Canarias, Sierra Nevada, Calar Alto en Almería, Pirineos. Allí, por ahora, aún brillan las estrellas.
En verano aumenta la contaminación, sobre todo en zonas costeras. "Hay más actividad en la calle, se alarga la noche iluminada, y más en ferias y fiestas", asegura Javier Díaz, responsable de Protección del Cielo del Instituto Astrofísico de Canarias (www.iac.es).
Hace cuatro años, los responsables municipales del espacio natural L'Albufera de Valencia hicieron cuentas del alto precio que pagaba su fauna nocturna por la "excesiva" y "mal diseñada" iluminación artificial que rodea este espacio natural. Vieron cómo el búho chico, una especie amenazada, tenía graves problemas para cazar; y cómo las luces de las carreteras suponían una barrera que aislaba poblaciones de murciélagos.
Esta es la zona con mayor contaminación lumínica de España. "Casi 6.000 hectáreas del parque de L'Albufera pertenecen a Valencia, la tercera ciudad con un millón y medio de habitantes", explica Joan Domingo, coordinador de Ecolight (www.ecollum.org). Decidieron actuar: se han remodelado redes de farolas para que en cinco años "como máximo", todo el alumbrado del espacio natural sea no contaminante. Ya han disminuido los niveles lumínicos en un tercio de esas 6.000 hectáreas, han dejado de emitirse 31 toneladas anuales de CO2 a la atmósfera y el ahorro energético es del 34%.
La conciencia se ha extendido. En Murcia surge la campaña Cielo Oscuro (www.um.es). Los ayuntamientos de Guadalajara, Córdoba o Madrid sustituyen las típicas farolas chupa-chups, que lanzan luz hacia arriba en lugar de enfocar al suelo. La investigación sobre luz y biodiversidad también avanza en España. Cipriano Marín, coordinador de Starlight (www.starlight2007.net), una iniciativa internacional por el derecho universal al cielo nocturno, pone como ejemplo el Parque Nacional de Doñana y sus estudios sobre anfibios. Augura que los grupos de conservación de la biodiversidad de la noche (que ya existen en los estadounidenses y canadienses) pueden ser reales en España. Con todo, "vemos entre 5 y 100 cuerpos celestes menos que hace 20 años", lamenta. Con excepciones como Canarias, Sierra Nevada, Calar Alto en Almería, Pirineos. Allí, por ahora, aún brillan las estrellas.
08/07/2007.ELENA SEVILLANO. Elpais.com
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