Cinco millones de catalanes tienen problemas para ver las estrellas, contemplar el cielo en una noche de luna llena o visualizar fenómenos astronómicos como la lluvia de las Perseidas. Son los cinco millones de catalanes que viven en el área metropolitana de Barcelona. Y las nubes no son siempre lo que cubre el cielo. El problema está en la contaminación lumínica. Miles de bombillas, reflectores e iluminaciones variopintas apuntan hacia lo alto e impiden a los ojos gozar de la visión del cielo. Catalunya ha iniciado una ofensiva --tímida en opinión de algunos-- para frenar esa contaminación, pero los resultados no son todo lo optimistas que se pudiera pensar.Los 946 municipios catalanes tienen tiempo hasta el próximo 31 de diciembre para presentar un plan de adecuación a la normativa que limita la iluminación exterior y que está contemplada en el decreto 2/2005. "Calculamos, por las subvenciones solicitadas, que unos 500 ayuntamientos ya tienen en marcha ese plan, pero el resto, me temo que no", explica Mercè Tarradellas, responsable del tema en la Conselleria de Medi Ambient.
EL SECTOR PRIVADO. Adecuarse a la normativa no es únicamente cambiar el alumbrado público e instalar bombillas de bajo coste, sino situarlas adecuadamente --que iluminen el suelo y no el cielo-- y lo más complejo: intervenir sobre la iluminación de las empresas privadas. Los ayuntamientos deben concretar antes de fin de año qué luces pueden tener los edificios singulares, polígonos industriales o grandes zonas comerciales, entre otros. "Resolver como se actúa sobre el sector privado será probablemente lo más complejo para los ayuntamientos", admite Tarradellas.Una vez hecho y presentado el plan de adecuación, los ayuntamientos tendrán aún dos años más --hasta finales del 2009-- para ejecutar las obras que sean necesarias. El objetivo es, además de que pueda verse el cielo, que se ahorre entre un 20% y un 40% del gasto energético en alumbrado público.
UNA LEY CORTA. La asociación que más esfuerzo ha hecho en la última década en Catalunya para conseguir que se regule la iluminación exterior es sin duda Cel Fosc. Su vicepresidente, Pere Horts, tiene constancia de que muchos ayuntamientos ya han empezado a ponerse las pilas, pero no lo suficiente. "Algunos han ido cambiando el alumbrado público". "Pero ese no es el problema más grave en cuanto a contaminación". "La cuestión más difícil es el ámbito privado, donde no se ha hecho prácticamente nada", dice Horts. "Por eso --prosigue-- la contaminación lumínica, globalmente, ha aumentado porque el urbanismo ha crecido de forma desmesurada".Este profesor opina que la ley contra la contaminación lumínica aprobada en el 2001, aunque el decreto date del 2005, "ha quedado absolutamente obsoleta antes de ponerse en marcha, porque no preveía el crecimiento urbanístico que ha habido a partir del 2001". A su parecer, aunque los ayuntamientos hagan los deberes, cambien el alumbrado y logren rebajar el derroche de luces del sector privado, "estaremos igual que estábamos antes de la ley".Cel Fosc propugna --como ya se ha hecho, por ejemplo, en la Lombardía-- la emisión cero; es decir, que ninguna iluminación vaya más allá de la altura de los edificios. Medi Ambient no va tan lejos. Solo se compromete a que antes de fin de año esté hecho el mapa de contaminación lumínica de Catalunya, donde cada punto del territorio tendrá marcado su potencial de emisión.
MERCÈ CONESA. El periodico.com. BARCELONA. . 3/09/2007
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