GRANADA. El dicho "cuanta más luz mejor" no lleva implícito el significado de mayor visibilidad o seguridad, sino que la excesiva iluminación en Granada lleva consigo un efecto negativo conocido como contaminación lumínica. Ante esto, la portavoz de IULV-CA, Lola Ruiz Domenech, ha exigido que se elabore sin más demora una ordenanza de "cielo oscuro", ya que cuando su grupo presentó esta moción en el pleno de noviembre pasado, fue aprobada por unanimidad.
Y es que el cielo es cada vez menos oscuro en las noches granadinas. El brillo y resplandor del excesivo alumbrado público y exteriores hacen que los ciudadanos disfruten poco de las estrellas. Pero no es sólo porque la vista del firmamento sea en la actualidad menos bella, sino por las consecuencias negativas que conlleva para el entorno, ya que el medio ambiente sufre una degradación significativa.
Dentro de la Península existen seis grandes zonas con una creciente contaminación lumínica: Levante, el centro de Madrid, Cantábrico-Valle del Ebro, Cataluña y "Atlántica" (desde La Coruña hasta Lisboa). La sensibilización al respecto fue en aumento desde la elaboración de la Carta en Defensa del Cielo Oscuro, en Lérida en 1994, y ya son varias las Comunidades Autónomas que han llevado a cabo diversas legislaciones y ordenanzas, como Cataluña, Islas Baleares, Navarra, Cantabria, Canarias o Murcia.
Aunque en Granada se están cambiando las luminarias con el objetivo de disminuir la excesiva emisión de luz, aún no se ha elaborado una normativa, y la calidad del cielo se ha deteriorado considerablemente en los últimos 20 años. La provincia granadina representa uno de los puntos más importantes de contaminación lumínica a nivel nacional. En Andalucía sólo es superada por la costa malagueña, Sevilla y Cádiz. Con respecto al resto de ciudades de la Península, la emisión contaminante está a la misma altura que Oviedo y Gijón, Santander y zonas del País Vasco. En el ranking, por delante de Granada sólo se encuentran Madrid, Lisboa, Oporto y algunos puntos de Levante.
Es una obligación conseguir que el cielo sea puro, de acuerdo con la Declaración Universal de los Derechos de las Generaciones Futuras, de la Unesco. Igualmente, al combatir la contaminación lumínica, se ayuda a disminuir el consumo energético, se protege a mamíferos y aves nocturnos, se reduce el deslumbramiento de los conductores, se colabora con la visibilidad nocturna del tráfico aéreo o marítimo y se permite la observación astronómica a profesionales y aficionados. Para ello es imprescindible decidir cuál es la zona que requiere luminosidad, evitando una iluminación dirigida al cielo; se debe sustituir el uso de lámparas de vapor de mercurio por las de vapor de sodio, cuyo consumo supone la mitad de las primeras y, lumínicamente, contaminan menos; y se recomienda una reducción de la luminiscencia a partir de medianoche a los niveles mínimos recomendados para la seguridad.
Y es que el cielo es cada vez menos oscuro en las noches granadinas. El brillo y resplandor del excesivo alumbrado público y exteriores hacen que los ciudadanos disfruten poco de las estrellas. Pero no es sólo porque la vista del firmamento sea en la actualidad menos bella, sino por las consecuencias negativas que conlleva para el entorno, ya que el medio ambiente sufre una degradación significativa.
Dentro de la Península existen seis grandes zonas con una creciente contaminación lumínica: Levante, el centro de Madrid, Cantábrico-Valle del Ebro, Cataluña y "Atlántica" (desde La Coruña hasta Lisboa). La sensibilización al respecto fue en aumento desde la elaboración de la Carta en Defensa del Cielo Oscuro, en Lérida en 1994, y ya son varias las Comunidades Autónomas que han llevado a cabo diversas legislaciones y ordenanzas, como Cataluña, Islas Baleares, Navarra, Cantabria, Canarias o Murcia.
Aunque en Granada se están cambiando las luminarias con el objetivo de disminuir la excesiva emisión de luz, aún no se ha elaborado una normativa, y la calidad del cielo se ha deteriorado considerablemente en los últimos 20 años. La provincia granadina representa uno de los puntos más importantes de contaminación lumínica a nivel nacional. En Andalucía sólo es superada por la costa malagueña, Sevilla y Cádiz. Con respecto al resto de ciudades de la Península, la emisión contaminante está a la misma altura que Oviedo y Gijón, Santander y zonas del País Vasco. En el ranking, por delante de Granada sólo se encuentran Madrid, Lisboa, Oporto y algunos puntos de Levante.
Es una obligación conseguir que el cielo sea puro, de acuerdo con la Declaración Universal de los Derechos de las Generaciones Futuras, de la Unesco. Igualmente, al combatir la contaminación lumínica, se ayuda a disminuir el consumo energético, se protege a mamíferos y aves nocturnos, se reduce el deslumbramiento de los conductores, se colabora con la visibilidad nocturna del tráfico aéreo o marítimo y se permite la observación astronómica a profesionales y aficionados. Para ello es imprescindible decidir cuál es la zona que requiere luminosidad, evitando una iluminación dirigida al cielo; se debe sustituir el uso de lámparas de vapor de mercurio por las de vapor de sodio, cuyo consumo supone la mitad de las primeras y, lumínicamente, contaminan menos; y se recomienda una reducción de la luminiscencia a partir de medianoche a los niveles mínimos recomendados para la seguridad.
ANA I. PLEGUEZUELOS. Granada Hoy. 17/08/2007
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